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Foto del escritordeejayfrancho

BLAS PICON - AIRES DE TORMENTA


Bullets of ink (Prólogo) / Please Mr. Lawton / Disappointment proff / Across the border / Renzo / Enma’s dance / No room for pity / Nothing but an alley cat / Hoka Hey / Jarama / Bullets of ink (Epilogo) Aires De Tormenta es un interesante proyecto de dos cabezas, la literaria es de Manuel López Poy y la musical la de Blas Picón.   Un libro de relatos policiacos de serie negra, y un disco de blues, suena bien, eh? Cada canción y cada relato están relacionados, como si cada página tuviera su banda sonora, pero a la vez son dos proyectos que se pueden entender por separado.  Os voy a comentar el musical. La parte musical de Aires De Tormenta comienza y acaba como cualquier obra literaria, con su prólogo y epílogo, bajo el sugerente nombre de Bullets Of Ink, adaptando así muy apropiadamente el disco a su complemento literario.  Ambos son similares musicalmente, como las dos tapas de un libro, y de esa manera el prólogo cuenta con dos estrofas en las que ya te preparan para las historias que vas a encontrar dentro, mientras que el epílogo sirve para cerrar instrumentalmente el conjunto de las 9 historias que componen esta obra. Conociendo, como seguramente ya conocen, a Blas Picón, pueden imaginar que el blues domina este asunto de una manera notable.   Es cierto, pero no del todo, también hay espacio para otras músicas, eso sí, siempre desde la magnificencia que impone la voz del señor Picón. Ríase usted de Batman. Please Mr. Lawton abre fuego, con una importante dosis de ragtime y swing en su contenido, piano, clarinete, ya saben, buen acompañamiento para contar la eterna historia de pobres luchando por su dignidad contra la prepotencia y el desdén.  El segundo capítulo, Disapointment Proff, viene con el rockabilly dando la mano al blues.  En ese entorno la siempre característica guitarra de Mario Cobo y la armónica de Blas maridan como un tequila reposado y una trufa de chocolate, para contar una historia sobre verdades incuestionables y decepción.   Por cierto, aprovecho para comentar que Blas se ha rodeado de crema de la buena para sacar adelante estas canciones, Mario Cobo y Oscar Rabadán a las guitarras, Alfonso Alcalá al contrabajo, Victor Puertas al piano, D.C. Wallace al clarinete.    Armónica, voz y batería corren a cargo de Mr. Picón. Across the border es una de las canciones de este disco que más me han llegado, una arenga a favor de la lucha por los cambios en el mundo, por intentar enderezar lo torcido, aunque para ello haga falta cruzar cierta frontera.  Aplíquense esta máxima en su vida amigos, y si además le añaden una banda sonora de blues Chicago style, a ritmo de crucero, con dos guitarras eléctricas hipnotizando y una armónica dura breve pero brillante… llega un momento en que incluso llegas a creer que esa lucha es posible. Renzo cambia totalmente el registro, y consigue saltar hacia el country, gracias desde luego al arreglo de steel guitar, pero no solo por ello.   Ya quedó demostrado hace 100 años que blues y country no eran géneros tan distintos si eran los pobres quienes los entonaban.   Aquí se vuelve a confirmar, a ritmo remolón, mientras Renzo reflexiona y muere. La hora del baile llega con Enma’s Dance, un tema minimalista en cuanto a instrumentación y que sirve para el lucimiento como armonicista de Blas, llenando todo con sus pulmones, en clave  hillbilly instrumental, tan solo acompañado por guitarras acústicas, contrabajo y una percusión mínima.    Tan rural que podría poner a bailar a todas las zarigüeyas del prado. Capítulo 6, No Room For Pity es el tema más absolutamente centrado en el blues de todo el disco, una canción que huele a ciudad por la noche, a aves nocturnas, a pelea y a maldad, sin hueco para la piedad.    También un tema que lleva el marchamo de Blas Picón impreso a fuego, recordándome vivamente sus días con The Junk Express. Un nuevo cambio de aire con Nothing But An Alley Cat, tema que pone su peso en la parte musical, tremendamente bien hilada, donde el piano y el clarinete hacen otra vez acto de presencia, de nuevo saltando hacia los terrenos del swing.   Buena banda sonora para plantear desde una perspectiva muy divertida la recurrente historia del gato que se creía león.   Hoka Hey es otra canción para perdedores, de los que no tienen miedo a morir porque nada dejan en el camino.   Instrumentalmente magnífica, entre sus estrofas soplan aires de western outlaw y también de gospel, la percusión marca el rumbo, mientras que  las guitarras y armónica son meros actores de reparto que van y vienen pero sin los cuales nada tendría sentido. Y para terminar un último capítulo perfecto, Jarama Valley roba descaradamente la melodía al tradicional Red River Valley, y la utiliza para narrar la historia de la batalla del Jarama, donde los americanos y cubanos del batallón Lincoln lucharon contra los fascistas y perdieron.    La breve historia, cantada con el vozarrón de Blas, al cual se unen el acompañamiento gradual de guitarra acústica, contrabajo, banjo, steel guitar y percusión y finalmente la armónica, rematando épicamente con una última vuelta en plan coro de góspel, consigue ponerme lo pelos de la espalda como escarpias.   Bellísima canción que sirve para cerrar con broche de oro este proyecto musical, tal vez el más complejo en el que Blas Picón se ha metido hasta ahora.   Por cierto, este asunto se ha grabado y producido en el Desert City Studio de Almería, ya saben, Mario Cobo, Pike Cavalero y tal. Ambos, libro y disco, se hayan ahora mismo en pleno proceso de crowfunding para su edición definitiva, puedes encontrar las distintas modalidades que ofrecen en este enlace



Yo no me lo pensaría mucho, sólo el disco ya me ha parecido sobresaliente, así que me muero por tener también el libro en mis manos y poder disfrutar del conjunto completo Francho





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